La historia de un anciano coleccionista de antigüedades que explica el profundo significado de los costos hundidos. Se dice que había un anciano que adoraba coleccionar todo tipo de antigüedades, y cuando se encontraba con una pieza que le encantaba, no escatimaba en gastos para comprarla. Un día, descubrió en el mercado de antigüedades un antiguo jarrón de porcelana que había deseado durante mucho tiempo, y pagó un alto precio por él. Ató este tesoro en el asiento trasero de su bicicleta y, emocionado, montó su bicicleta para regresar a casa. Sin embargo, debido a que el jarrón no estaba bien atado, en el camino se cayó “¡clang!” del asiento trasero de la bicicleta y se hizo añicos. El anciano, al escuchar el sonido claro, continuó pedaleando sin mirar atrás. En ese momento, una persona en la calle le gritó: "¡Anciano, tu jarrón se ha roto!" El anciano, sin volver la cabeza, respondió: "¿Se rompió? Con el sonido, debe haberse hecho añicos, ¡irreparable!" No pasó mucho tiempo antes de que la figura del anciano desapareciera en la multitud. ¿Y si esto le sucediera a una persona común? Seguramente muchos saltarían de la bicicleta y golpearían su pecho lamentando el jarrón hecho pedazos, algunos tardarían mucho tiempo en recuperarse mentalmente.