La biblioteca no es un adorno de la ciudad, sino el archivo del alma de esta.
Esta pequeña biblioteca de este pueblo transmite una sensación muy agradable: no persigue el tráfico, ni vende deseos, solo guarda silenciosamente el conocimiento para esta ciudad, fomenta la reflexión y cuida de cada persona que anhela tranquilidad.
Como el anciano que tengo enfrente, apoyado en la ventana, leyendo en silencio durante horas, como si el tiempo se hubiera detenido; afuera hay sombras de árboles y viento del mar, adentro están las vigas de madera, las estanterías y su figura silenciosa.
Algunas personas no hacen ruido, pero son la nota más profunda de una ciudad.
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La biblioteca no es un adorno de la ciudad, sino el archivo del alma de esta.
Esta pequeña biblioteca de este pueblo transmite una sensación muy agradable: no persigue el tráfico, ni vende deseos, solo guarda silenciosamente el conocimiento para esta ciudad, fomenta la reflexión y cuida de cada persona que anhela tranquilidad.
Como el anciano que tengo enfrente, apoyado en la ventana, leyendo en silencio durante horas, como si el tiempo se hubiera detenido; afuera hay sombras de árboles y viento del mar, adentro están las vigas de madera, las estanterías y su figura silenciosa.
Algunas personas no hacen ruido, pero son la nota más profunda de una ciudad.